La Biblia dice que Cristo amó a su iglesia y se entregó a sí mismo por ella (Ef 5:25). Se entregó a ella, a su iglesia, no a otro grupo. Cristo salvó a su iglesia, no al mundo, en el sentido que no todos creerán, ya que el que es amigo del mundo (de este sistema contrario a Dios) es enemigo de Él. (Santiago 4:4)
Constantemente la Biblia hace el llamado al arrepentimiento, a dejar de practicar el pecado, a renovar nuestra mente y a salir del mundo (en cuando a sus prácticas y valores) porque justamente eso es una iglesia, gente apartada del pecado y consagrada a Dios.
La palabra «ekklesía» significa «llamar fuera». Espiritualmente Dios llama a un pueblo que ha confiado en su Hijo Jesucristo como salvador personal, a salir de un cautiverio espiritual que es este sistema del mundo y venir a vivir una vida teocrática en una comunidad espiritual que es la iglesia (Col 1:13). «Teocrática» significa «gobierno de Dios» y el creyente, como parte de esa iglesia espiritual y ese gobierno de Dios, vive su vida de acuerdo a las normas de la Palabra de Dios: su vida, cultura, valores, espiritualidad y moral está regidos por ella.
Según se puede entender al estudiar la Biblia de una manera sistemática: «la Iglesia es la comunión de todos los verdaderos creyentes de todos los tiempos. Esta definición entiende a la Iglesia constituida por todos los que son verdaderamente salvados. Pablo dice: «Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella» (Ef. 5.25). Aquí el término «la Iglesia» (ekklesia) se usa para aplicar a todos aquellos por quienes Cristo murió para redimirlos, todos los que son salvados por la muerte de Cristo. Pero eso debe incluir a todos los creyentes de todos los tiempos…» (Teología Sistemática, W. Grudem, pág. 897). En términos sencillos, la Iglesia como cuerpo de Cristo está constituida por todos los creyentes en Cristo que vivieron en obediencia a sus mandamientos en todos los tiempos, sin importar la organización religiosa a la cual pertenezcan, siempre y cuando esta organización o denominación religiosa esté de acuerdo con todas las doctrinas fundamentales de la Biblia, más allá de las diferencias periféricas que puedan tener (1 Co 12.12-14).
Por lo tanto, el monopolio de la Iglesia de Cristo no lo puede tener ninguna organización religiosa por antigua, influyente, numerosa o poderosa que sea, ya que la Biblia aclara en muchos pasajes que la verdadera Iglesia está constituida por cada creyente. Ellos son «piedras vivas» que edifican esa iglesia espiritual cuya piedra angular o cabeza de ángulo es Cristo mismo. Y esto lo dice el mismo apóstol Pedro en 1 Pedro 2.4-5 (paréntesis mío): «Ahora ustedes se acercan a Cristo, quien es la piedra viva principal del templo de Dios. La gente lo rechazó, pero Dios lo eligió para darle gran honra. Y ustedes (cada creyente) son las piedras vivas con las cuales Dios edifica su templo espiritual…». Y agrega en el verso 6: «Como dicen las Escrituras: «Pongo en Jerusalén una piedra principal, elegida para gran honra, y todo el que confíe en él jamás será deshonrado».
Por lo tanto, la Iglesia es un organismo espiritual, cuya cabeza es Cristo, y el cuerpo es la Iglesia (Ef. 4.12-16), conformada por los millones que han creído y creerán en Él como Señor y Salvador (Ro. 10.9). La «única y verdadera» Iglesia de Cristo es la conformada por los renacidos por la fe en el sacrificio de la Cruz y la obediencia a Cristo, el cual es su cabeza y único dueño.
Jesús mismo se encargo de aclarar quiénes realmente forman parte de su iglesia en Juan 14:21 NTV: «Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman. Y, porque me aman a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos».