Con respecto a la indignación de la gente por los acontecimientos ocurridos con un grupo de jóvenes de la «alta sociedad», quienes por diversión golpean y asaltan en discotecas, no creo que esa indignación sea solo porque «tengan plata».
Algunos dicen que esa indignación es hipócrita, ya que nadie se escandalizaría tanto si los delincuentes fueran gente humilde, y que el agravante de estos jóvenes «de familia» es que tienen plata, y por eso el enojo de la gente. No creo que sea así. La absoluta mayoría de los integrantes de las barras bravas de los clubes son jóvenes de escasos recursos y también la sociedad levanta su voz de indignación.
El tema es que estos jóvenes provienen de familias adineradas y de colegios privados, con una enseñanza y roce social muy por encima de la media. Si agregamos que la mayoría de los jóvenes de ese sector tienen muchísimas más posibilidades laborales y sociales que las clases marginales (por la educación, tener más de un idioma, viajar, tener mayor acceso a información, etc.), esto hace que la responsabilidad sea mayor y, con justa razón, se esperaría más de ellos.
Por el contrario, los chicos de escasos recursos, la mayoría de ellos ya desde pequeños, tienen desventajas alimenticias, de salud, educativas, sociales y familiares. Aunque es cierto que en ambos sectores hay disfuncionalidad familiar, entre las personas de estratos sociales pobres esto es mucho más grave.
Una gran cantidad de ellos sufren la ausencia de sus padres, ya sea por ser hijos «naturales», por no haber sido reconocidos o, incluso, ni siquiera saber quién es su progenitor; por tener varios hermanos de distintos padres, por la ignorancia, el maltrato físico y emocional y las pandillas que pululan en cada esquina de los barrios en que viven; por la abundancia de drogas, y de mala calidad, lo cual hace que el daño que les ocasiona en sus cerebros sea mayor. Esto, y todo lo que agregamos anteriormente, como educación, oportunidad y salud, hace que sean «menos responsables» (por decirlo de alguna manera) que otros que tuvieron mucha mayor ventaja.
No estoy defendiendo a un sector y atacando a otro, no. Sencillamente, creo que aquellos que tienen más oportunidades, tienen más responsabilidades y se exige más de ellos. Es así de sencillo.
Aunque comportamientos así son por causas complejas y tal vez más generales, creo yo, el problema de fondo en ambos sectores siguen siendo las familias. Padres ausentes física o emocionalmente, falta de valores, negligencia en la educación del hogar, falta de disciplina, falta de ejemplo consecuente y mucho vacío espiritual. La sociedad colabora ofreciéndoles diversión soez y vulgar, televisión basura, la violencia verbal, física y sexual que desfila delante de nuestros ojos como algo normal, la hipocresía social, la corrupción política, la promiscuidad, el adulterio, el divorcio, la cosificación de la mujer, el relativismo, la indiferencia, las músicas vulgares y violentas que consumen constantemente y, por otro lado, la persecución (desde dentro y fuera de las familias) a los valores bíblicos y cristianos.