Filipenses 2.5 dice: «Haya pues en ustedes la misma actitud que hubo en Cristo Jesús».
Aquellos que confían en Cristo y siguen sus enseñanzas pronto tienen el carácter de Cristo
Las enseñanzas de la Biblia nos dan la actitud correcta para enfrentar la vida. Si buscamos el propósito de Dios en nuestras vidas, más que tener «éxito», vamos a tener la actitud correcta y victoriosa que nos dará plenitud en la vida.
En Filipenses 2.5-8 vemos una característica de la actitud correcta: la humildad.
Nunca compitas con nadie. Nunca trates de ser mejor que otros. Nunca trates de demostrar nada a nadie. Esas motivaciones no son la actitud correcta. Sé humilde y con sencillez trata de ser lo mejor que puedas ser. Busca la excelencia y el servicio.
¿Qué hombre en la historia logró lo que Cristo logró? Él dividió la historia de la humanidad en dos. Nunca escribió nada, no fue una persona poderosa ni política ni religiosamente, no fue rico, no salió nunca de su país, predicó apenas 3 años, pero sin embargo, es el personaje más conocido de toda la historia de la humanidad. A eso le llamo trascendencia e influencia.
Hay un dicho que dice: «Lo que va a determinar tu ALTITUD no es tu aptitud sino tu ACTITUD». Los que triunfan en la vida no son los talentosos o los que tienen más oportunidades sino los perseverantes, los que creen, los que no se desaniman.
La consecuencia de servir humildemente y ser lo mejor que podemos llegar a ser, es que Dios mismo nos promueve. Dios levantó a Cristo, le dio un nombre (una identidad) y esa identidad lo elevó por encima del común. No es que busquemos estar por encima de nadie. Como dijimos, no es la actitud correcta, pero es la consecuencia natural de una persona de actitud.
También el pasaje nos muestra cual NO debería ser nuestra actitud: hacer las cosas por competir (contienda) o por vanidad egoísta (vanagloria), las ansias de ser reconocido y destacado.
Una persona que trata de destacarse con esas motivaciones es, por lo general, alguien herido o con algún complejo. Alguien así, aunque logre todo lo que quiera, no podrá sentirse pleno nunca, pues siempre encontrara alguien mejor que él o alguien a quien no haya impresionado y buscará hacer eso con todos,como un alimento a su ego carenciado.
Tenemos que «estimar a los demás como superiores»,dice el pasaje bíblico. Esto no es sentirse menos que otros o ser un «acomplejado», al contrario, una persona que no teme considerarse «menos» que otros, tiene una identidad fuerte. Sus ansias de superación están motivadas por hacer el propósito de Dios y servir, lo cual trae mucha satisfacción en la vida y no en «demostrar» o «competir».
Vivimos en un tiempo donde la mayoría quiere ser famosa a costa de cualquier cosa, por ridícula o indigna que sea. Muchos buscan sus 15 minutos de fama y ahora, con la facilidad de las redes sociales, muchos hacen cualquier tontería para que se «viralice» algún video en el que son protagonistas, sea lo que sea que haga, para después pasar pronto nuevamente al olvido y volver al vacío.
Solo los que sirven dejan un legado. Solo los que sirven son tomados en cuenta. Solo los que sirven dejan una influencia, y Dios nos llamó a influenciar, a ser relevantes en esta vida.
Jesús dijo que teníamos que ser sal y luz, y ambas cosas no pueden ocultarse. Un poco de sal sazona toda la comida, preserva. Un poco de luz disipa la más grande oscuridad y no puede pasar desapercibida.