«Sin fe es imposible agradar a Dios…» Hebreos 11.6.
La palabra griega pistis es la que se traduce como «fe» en el Nuevo Testamento y significa «firme convicción… confianza absoluta». La FE, entonces, no debería de ser «ciega» en el sentido de creer por creer solamente, aun teniendo todas las evidencias en contra. La FE es certeza (Hebreos 11.1).
Confiamos en algo cuando tenemos razones para confiar y evidencias que justifican y respaldan nuestras confianzas.
«Una afirmación no es verdadera por el simple hecho de que creamos en ella ni deja de serlo porque no creamos. Tenemos que evaluar las evidencias y razones que respaldan esa verdad, luego vemos si esas afirmaciones tienen un fundamento sólido y, finalmente, llegamos a confiar, llegamos a la experiencia de la fe basándonos en el peso de la evidencia» («Apologética Cristiana», pág. 11).
Los apóstoles y los primeros cristianos tenían este tipo de fe, ellos sabían y estaban convencidos por la evidencia de lo que creían. Veamos lo que escribe Lucas en Lc 1.1-4 RV:»Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido».
Varias décadas después seguían firmes en esta convicción y el apóstol Juan en 1 Juan 1.1-3 RV escribe: «Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo». Evidentemente la fe cristiana estaba basada en un fundamento confiable y comprobable.
Vemos también al apóstol Pablo haciendo una defensa del fundamento de la fe cristiana (la resurrección) como algo comprobable, fiable y verdadero. En 1 Corintios 15.1-8; 12-20 RV dice: «Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí…», «…Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan».Este es uno de los fragmentos más antiguos de los escritos por Pablo, lo cual nos indica que este credo fue enseñado y difundido desde la primera hora. Pablo recibió esta enseñanza poco años después de estos hechos.