Un joven pide a su padre la llave del vehículo para salir con sus amigos. El padre, antes de darle las llaves, le recomienda no tomar alcohol ni ser imprudente al volante. El hijo, con irreverencia, le recrimina que le deje de “sermonear” y con altivez toma la llave y sale. A la madrugada, el padre recibe la llamada de la Policía, su hijo se accidentó borracho y, jugando una carrera, ha muerto. Esa tarde durante el velatorio los padres lloran desconsoladamente sobre el ataúd de su joven hijo, que aún no alcanzaba los 20 años, y que tuvo que ser velado con el cajón cerrado a causa de lo mal que quedó su cuerpo por los golpes. Mirando esa triste escena, me vino a la mente el único mandamiento de Dios con promesa en Éxodo 20.12 que dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra…”. Este joven hizo caso omiso a la recomendación de su padre y su soberbia e irreverencia lo llevaron, cuando recién empezaba a vivir. Es la triste realidad de miles de familias en el Paraguay.
Los 10 mandamientos en Éxodo 20:1-17 se dividen en dos grupos. Los primeros cuatro se refieren a nuestra relación con Dios y los otros seis a nuestra relación con los demás. El primer mandamiento nos ordena adorar a Dios como el más importante, y es la base de nuestra relación sana con él. El quinto nos enseña a honrar a nuestros padres, como un fundamento para edificar sanamente todas nuestras demás relaciones interpersonales en esta vida.
La honra es una actitud del corazón. No se refiere a un acto tan solo de “modales”, sino a la forma de cómo nos relacionamos con ellos en todas las áreas de nuestra vida.
En Efesios 6.1-3 el apóstol Pablo dice que el quinto mandamiento enseña a obedecer a nuestros padres. En Éxodo 20.12 dice “honra” y Pablo habla de “obediencia”.
Muchos, cuando oyen la palabra “obediencia”, piensan inmediatamente en sumisión, en ser menos, en control, etc. Pero esto no tiene nada que ver con el concepto bíblico. Un autor señala: “Para la Biblia la obediencia nace de una actitud de honra, es la respuesta inteligente de una voluntad libre; es una expresión activa de amor y respeto, no un acatamiento ciego a la autoridad”.
Salomón, en Proverbios 6.20-22, habla de actitud, de entendimiento, de conveniencia a hacer caso a los consejos amorosos de alguien que merece honra, por lo que significa para nosotros y por todo lo que nos ha servido. Obedecer sin un espíritu de honra es esclavitud.
Honramos a nuestros padres por quienes ellos son. Es una decisión y va mucho más allá de qué tan buenos hayan sido. La honra ama a pesar de los errores.
Honrar a nuestros padres significa hacerlos quedar bien siendo nosotros buenos y colaborar con ellos en su esfuerzo para que alcancemos el éxito en la vida.
El mandamiento nos dice que debemos escuchar sus consejos, hablar bien de ellos ante los demás y buscar la manera práctica de mostrarles aprecio y respeto. Por eso, el Señor nos ordena: “Alégrense tu padre y tu madre, y regocíjese el que te dio a luz” (Pr 23.25). Cuando los padres están así, están en un estado de honra de parte del hijo.
Este principio que Dios nos da en el quinto mandamiento es un fundamento sólido para alcanzar el éxito en la vida en todas sus áreas y, fundamentalmente, en el matrimonio. Es curioso observar que la primera vez que se menciona la palabra matrimonio en la Biblia, se lo describe como la condición de un hombre que deja a su padre y a su madre y se une a su mujer (Gn 2.24). El matrimonio es una continuación de la relación que empezó con sus padres.
Una buena relación con nuestros padres es la base para buenas relaciones, paz mental y éxito a lo largo de nuestras vidas.