En donde empezamos también nos dice la mayoría de las veces donde terminaremos. Es por eso que siempre es conveniente empezar cualquier tipo de emprendimiento lo más liviano posible y libre de cargas que en nada contribuirán a seguir caminando en victoria. Es bueno dar vuelta la página de una y empezar a mirar el futuro con la mayor libertad posible.
Hace años vi una película sobre el descubrimiento de América por Cristóbal Colón. En el desarrollo del filme en una escena estaba Colón midiendo las distancias con una escuadra, tomando como referencia las estrellas y dando indicación al timonero de cuántos grados debería de ir moviendo su timón para legar a destino. Un marinero se le acerca y le dice que él también querría usar el aparato de medición, a lo que Colón le otorga su petición. Rato después el capitán se percata de que algo no estaba funcionando con respecto a la dirección que el marinero le estaba dando al timonero y cuando se acerca a ver cómo estaba manejando la escuadra se da cuenta de un pequeñísimo error que estaba cometiendo el inexperto marinero y Colón le dice: “Si te equivocas por un centímetro en medir la distancia en el cielo nos desviaremos ochocientas leguas acá en la tierra”. Ese centímetro de error se convertiría en cientos de kilómetros por las largas distancias a recorrer en alta mar. Pienso que así mismo es en la vida. Los pequeños errores que cometemos al comienzo de nuestras vidas nos pueden llevar a errar enormemente en el destino que anhelamos para nuestras vidas.
Ninguna pareja recién casada planea un traumático divorcio. Ningunos padres planean que sus hijos les odien en su adultez. ¿Qué quiero decir con esto?, que nadie planea su fracaso. El éxito se construye en el día a día tomando decisiones sabias. Un buen matrimonio, una empresa próspera, buenos hijos, amistades sólidas no son casualidades, se trabajó mucho y bien para haber llegado a eso. El libro de Proverbios en el capítulo dos nos dice entre otras cosas “si recibieres mis palabras… y mis mandamientos guardases” (v.1) que Dios provee “sana sabiduría a los rectos” (v.7), y nos insta a perseverar en lo bueno “persevera en el camino de los santos” (v.8) entre otras cosas, habrá una promesa de “librarte del mal camino” y de hombres “… que dejan sus caminos derechos para andar en sendas tenebrosas… que se alegran haciendo el mal… cuyas veredas son torcidas y torcidos sus caminos” (vs. 12-15).
A lo que quiero llegar es que la falta de perdón nos lleva a tomar decisiones, a veces pequeñas e imperceptibles, que nos desvían totalmente del propósito de Dios al punto que sin darnos cuenta nos hace llegar en lugares donde nunca quisimos estar y donde nos encontramos frustrados y derrotados, pues llegamos a una derrota que no planeamos pero que de algún modo llegó.
Cuando Jesús dijo “yo sé de dónde he venido y a dónde voy” (Jn. 8:14) estaba diciendo que venía de Dios e iba a Dios, salió del lugar correcto, vivió una vida de decisiones correctas y volvió al lugar correcto porque en su momento más extremos exclamó: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23:34).
Sería bueno que respondas estas preguntas: ¿En qué etapa de tu vida te encuentras?, ¿estás donde quieres estar o tienes que tomar hoy decisiones para rectificar rumbos?
Oración: “Señor Jesús, quiero ser como vos, tener un corazón perdonador en los momentos más extremos de mi vida y la capacidad de saber partir del lugar correcto y vivir en sabiduría para que tu propósito se cumpla en mi vida. Amén”.