“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se le acerca a Dios crea que hay, y que es galardonador de los que le buscan”. (Hebreos 11.6).
El capítulo 11 del libro de Hebreos es conocido como la “galería de la fe”, “la “galería de los vencedores” o la “galería del testimonio”; testimonio, porque en ella vemos cómo Dios, desde el inicio de la historia de la humanidad y durante todas las eras, ha dejado testigos que testifiquen de su existencia, palabra y verdad. Dios siempre mantuvo, y aun mantendrá en los tiempos más duros que puedan venir, un remanente de fieles que Él mismo sostendrá y que testificarán a un mudo ensordecido Su Verdad.
Con respecto a este capítulo, Willian McDowell dice: “Trata acerca de la visión y permanencia de la fe. Nos introduce a hombres y mujeres del AT que tenían una visión espiritual íntegra y que soportaron terribles oprobios y padecimientos antes de renunciar a su fe.
La fe hace que las realidades que se esperan se hagan tan reales como si ya las poseyésemos, y provee una prueba convincente e inalterable de que las bendiciones espirituales invisibles del cristianismo son totalmente ciertas y reales. En otras palabras, la fe nos trae el futuro al presente y hace visible lo invisible. La fe es la confianza en la fiabilidad de Dios. Es la convicción de que lo que Dios dice es verdad y que lo que promete se cumplirá.
La fe precisa de alguna revelación de parte de Dios (esto significa que no puede haber una verdadera fe si es que Dios no nos da una plataforma sobre la cual edificar esa fe). No es un salto a las tinieblas (creemos porque Dios habló en su Palabra y porque puso convicción en nuestros endurecidos e incrédulos corazones).
La fe no se limita a las posibilidades sino que invade el ámbito de lo imposible. Un refrán dice: “La fe comienza donde terminan las posibilidades. Si algo es posible, no hay gloria para Dios en ello”. Tenemos que aprender a creer de verdad, no solo de boca, que para Dios lo imposible es posible. Lucas 1.37” (Willian Mc Donald, pág. 1190-1191).
En la vida de la fe se presentan dificultades y problemas. La Biblia dice que Dios pone a prueba nuestra fe. La fe debe de ser probada para ver si es genuina (1 Pedro 1.7-9). George Müller (misionero alemán que abrió un orfanato en Londres, vivió en un tiempo de tanto escepticismo que él se determinó a vivir por fe y oración y a depender enteramente de Dios para que, cuando las cosas ocurran, la sociedad incrédula no encuentre explicación y diga “solo Dios pudo haberlo hecho”) dijo: “Las dificultades son el alimento de la fe”. Su versículo preferido era Santiago 5.16: “La oración eficaz del justo puede mucho”.
Decía tener registradas unas 50 mil oraciones contestadas. Müller decía que, cuando Dios lo inquietaba a orar por lo que fuera, él no se daba por vencido hasta que la oración fuera contestada. También decía: “No creas que sale suficiente poder con una simple y casual oración. No llega. Tienes que dejar que el poder de Dios fluya dentro de ti en manera consistente. De esa manera, pones la Fe en marcha, una Fe que obra milagros”. Algunas oraciones tardaron en ser respondidas; una puntual tardó 50 años, y muchas otras fueron respondidas inmediatamente, como la disipación de la neblina en el mar del norte camino a Nueva York; pero todas, de alguna u otra forma, fueron respondidas. El que ora es porque tiene fe.
Pero, más allá de la fe, para que nuestras necesidades sean satisfechas, la Biblia nos dice que el fin básico de nuestra fe es la salvación de nuestras almas, terminar la carrera, salir victoriosos de este mundo (2 Timoteo 4.7-8).