En el libro de Éxodo, capítulo 20, encontramos «Los Diez Mandamientos». Luego de advertirnos de no tener otros dioses, el texto nos da una advertencia muy dura que a muchos les es difícil de entender y hasta les resulta injusta. El versículo cinco nos dice: «No te inclinarás a ellas (esos falsos dioses), ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos».
¿Acaso Dios, que es justo, castigará a los inocentes por los pecadores? Si uno lee de manera rápida estos versículos, podría pensar eso, pero es por la falta de conocimiento global de la Biblia.
El libro de Ezequiel 18.20 dice: «El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él».
Podemos ver que cada quien es responsable de sus actos y paga sus consecuencias o se acredita los beneficios de haber hecho bien las cosas, pero entonces, ¿qué quiere decir que Dios «visitará la maldad de los padres hacia los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que le aborrecen»? Se refiere al estilo de vida pecaminoso que heredamos a nuestros descendientes.
En Éxodo 20 no dice expresamente que Dios castigará a los hijos inocentes sino que estos llevarán sobre sus hombros la «iniquidad de sus padres». Pablo nos dijo que la adoración de ídolos, la exaltación de lo creado por encima del Creador, la pobre o ninguna imagen de Dios, quita la barrera y abre paso a la natural maldad del corazón humano (Ro. 1.21-32). Cuando la gente empieza a ser semejante a sus ídolos (endiosar el sexo, poder, dinero o cualquier otra cosa o persona que no sea el verdadero Dios), la tierra se llena de violencia y el corazón de la gente se rinde al egoísmo, la mentira, la avaricia, la concupiscencia, la maldad, los pleitos, etc.
¿Le parece que es un castigo vivir en medio de una generación así? A ese castigo es al que se refiere Dios de hasta «la tercera y cuarta generación». Los hijos heredan los hábitos y las costumbres de sus padres.
Hay un impacto inmediato que tiene una sola persona sobre cuatro generaciones. Conocí a un hombre alcohólico de 35 años que tiene un padre alcohólico, de 58 años, y un abuelo de 79 años, también alcohólico. Este hombre de 35 años tiene un hijo, de 15 años de edad, que se está iniciando en el consumo excesivo de alcohol. Acá ya tenemos tres generaciones destruidas y una por destruirse y empezando a caminar en el patrón de vida pecaminoso de su padre y abuelos. En forma directa, una persona puede llegar a tener ochenta descendientes en tres generaciones y aún estar vivo.