La «nueva tolerancia» nos quiere imponer el tolerar a todos y sus ideas, cualesquiera sean estas. Este nuevo concepto implica que toda idea es digna de ser atendida y aceptada. Implica «respetar» la forma de vida de los demás sin cuestionar nada, sin crítica ni análisis, ya que podría «ofender» a la otra persona.
Esta «nueva tolerancia», que se jacta de democrática y justa, quiere imponernos la educación de nuestros hijos, los valores que ellos deben poseer, la cultura que tienen que elegir y las costumbres que deben absorber so pena de ser rechazados, acusados y señalados como «intolerantes». Es muy aceptada y valorada por los que no tienen valores fijos o «absolutos», por los «pluralistas», «abiertos» y «respetuosos» de «toda forma de pensamiento».
Esta «nueva tolerancia» tolera todo, menos a los que no están de acuerdo con su filosofía. Usa una premisa de la física para volverla filosófica, quitando de contexto aquello que quiso expresar el que la promulgó: «Nada es absoluto, todo es relativo». Cuando Albert Einstein lo dijo, no pensó para nada en los valores morales sino con la perspectiva del universo. Pero, una vez que esta premisa de la física es mal utilizada y se la trasladada al campo de la filosofía, cae en una grosera contradicción, ya que, si «todo» es relativo y «nada» es absoluto, cae en el «absolutismo del relativismo». Al final, sí hay absolutos y ese absoluto es el «relativismo», y así nos llevan, nuevamente, al lugar de donde, supuestamente, nos quieren quitar para vivir una gran «libertad».
La «nueva tolerancia» nos quiere enemistar con la palabra «doctrina» y por supuesto que, al atacar esta palabra, quiere llevar a la sociedad a rechazar, principalmente, la religión, luego la fe, finalmente a Dios.
Acusan a la religión de ser causante de «todos» nuestros problemas, como si no supieran que tanto las religiones como la política, las ideologías (sean estas religiosas o seculares), el deporte, el patriotismo, e incluso el ateísmo (que se autoproclamó el «sumun» de la evolución del pensamiento humano), no son más que herramientas para descubrir el verdadero problema, que es el «oscuro corazón humano» a lo cual la Biblia llama «pecado».
Esta nueva ideología totalitaria, disfrazada hábilmente de noble pensamiento, condena y desmerita todo aquello que se la oponga y está preparando el sistema para que gobierne, en un futuro cercano, el mundo entero.
Dos de los más grandes enemigos de esta «nueva tolerancia» son la Biblia y el «sentido común», lastimosamente, el menos común de los sentidos.
Estoy de acuerdo con la tolerancia, aquella que el diccionario define como «respeto a la libertad de los demás, a sus formas de pensar, actuar, u opiniones (sin compartirlas)», esa es la tolerancia bien entendida y practicada, la cual respeta a las personas. Pero esta «nueva tolerancia» es un concepto muy distinto. Fernando Sabater, filósofo español, lo define de esta manera: «Tolerancia… la doctrina de moda, en que todas las opiniones son iguales. Cada una tiene su punto, y todas debieran ser respetadas o alabadas. Lo que quiere decir que no hay manera racional de discernir entre ellas» (El mito nacionalista).
El apóstol Pablo dijo a los corintios que el amor «todo lo soporta» (1 Cor 13.7), pero no todo lo acepta.