Los cristianos bíblicos son acusados por los no creyentes con la afirmación de que, si todo nuestro estilo de vida, verdad y conducta están limitados solamente a la Biblia, vivimos de una manera estrecha, perdemos libertades, limitamos nuestro conocimiento, vivimos reprimidos, etc. Lo que se quiere decir con eso es que la Biblia no es, en ninguna manera, suficiente para satisfacer todas las áreas de la vida de la persona.
Muy frecuentemente se acusa a los creyentes de que la Biblia los limita y les roba la posibilidad de vivir la vida más intensamente. Estas acusaciones las hacen tanto personas comunes como los escépticos más preparados, en cuyas vidas, como en la mayoría de aquellos que desmeritan la Biblia, se reflejan carencias. Por lo general, muchos de ellos están llenos de vicios, tienen familias destruidas, depresión y dolor, justamente por carecer de principios que la Biblia enseña y que nos preparan para evitar estos dolores que los seres humanos nos infringimos a nosotros mismos.
La Biblia abarca todas las necesidades integrales del ser humano. Esta habla desde una correcta alimentación y la higiene para mantener sanos nuestros cuerpos hasta de cuestiones emocionales como el principio del perdón, la reconciliación, el amor de pareja, la sexualidad sana, la vida espiritual, el descanso del cuerpo y del espíritu, la oración, la búsqueda de la excelencia, el manejo del dinero, el trabajo, la honestidad, la responsabilidad como padres, amistad, parejas, educación de los hijos, el respeto de estos hacia los padres, nos da una cosmovisión de vida integral, completa y, lo más importante, es esperanzadora porque nos da la solución para salir de la esclavitud del pecado, emocional y espiritual, que es la fuente de todas nuestras carencias y desgracias.
Veamos la opinión de un gran hombre: “En el estudio de las Escrituras hay algo extraordinariamente beneficioso para la mente. Es un tema tan vasto que todos nuestros pensamientos se pierden en su inmensidad; tan profundo, que nuestro orgullo se hunde en su infinitud. Cuando se trata de otros temas sentimos que podemos abarcarlos y enfrentarlos… pero cuando nos damos con el estudio de las Escrituras y descubrimos que nuestra plomada no puede sondear su profundidad, que nuestro ojo de águila no puede percibir su altura, nos damos cuenta que aun el hombre más sabio puede llegar a parecer un pollino salvaje. Ningún tema tiene la capacidad de humillar tanto la mente como los pensamientos de Dios. Más, si al mismo tiempo humilla la mente, también la expande. El que con frecuencia piensa en Dios tendrá una mente más amplia que el hombre que se afana simplemente por lo que le ofrece este mundo estrecho. El estudio más excelente para ensanchar el alma es el estudio de Cristo y este crucificado. No hay nada que desarrolle tanto el intelecto, que magnifique tanto el alma del hombre como la investigación devota, sincera y continua del gran tema de la Deidad”, Charles Spurgeon (Londres 1854). Él tenía 20 años cuando dijo esto. ¿Quién fue este hombre? A la edad de 8 años ya había leído su primer libro. A los 15 años ya leyó la Biblia por completo y podía recitar extensas partes de ella de memoria. Leía semanalmente unos 6 libros, casi uno por día durante 43 años. Sabía de matemáticas, biología, historia y artes, específicamente dibujo y poesía. A los 16 años fue pastor de la iglesia bautista Waterbeachy, a los 19 años en la iglesia Tabernáculo Metropolitano de Londres; a los 22 años predicaba en promedio a 24.000 personas. Predicaba hasta 10 veces a la semana y tiene impresas más de 200.000 prédicas. Fue el escritor más prolífico en la historia de la Iglesia.
La Biblia eleva nuestra mente y espíritu, y nos hace mejores personas.