Ya que se está acercando la fecha donde tradicionalmente se celebra la Navidad, y ante tanta semejanza entre esta festividad con fechas y rituales paganos, los detractores del cristianismo ya están preparando todo tipo de argumentos y estratagemas para desvirtuar la verdad bíblica sobre la realidad de la existencia de Cristo como hombre y, por supuesto, para desvirtuar su misión espiritual.
Encaran sus argumentos como si estos constituyeran una verdad irrefutable e incuestionable, “probada” históricamente. Muchos creyentes, al no tener una cultura de investigación histórica o estudios bíblicos, quedan confundidos ante tantas aparentes evidencias, y muchos –incluso– empiezan a cuestionar si lo que relata la Biblia es realmente cierto o se trata de algún plagio.
Ante esto hay que dar una respuesta, exponer la verdad y denunciar toda mentira que se levanta contra el conocimiento de Dios. En su desesperado ataque a Dios y a su Palabra el enemigo de nuestras almas tratará de apagar la fe. La Biblia nos advierte a través de Cristo que en los últimos tiempos cuando la “ciencia” aumente (Dn. 12:4) y los seres humanos se afanen por el consumismo y el materialismo; cuando las filosofías mundanas, como el hedonismo, el ateísmo, el relativismo, etc., nublen la mente de las personas, harán que la maldad se multiplique y que la fe de muchos se enfríe y aun se apague totalmente. Es por eso que Jesús se preguntó: “Cuando el hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” Lc.18:8.
Veamos uno de los argumentos es la supuesta relación de Cristo con Osiris, Horus y otros dioses egipcios. Es importante entender que no se está diciendo solamente que hay algunas similitudes entre Jesús y las deidades egipcias o entre los evangelios y la mitología egipcia. Se está diciendo que es una copia exacta, un plagio burdo y alevoso entre los fundamentos de la fe cristiana y la mitología antigua. Podemos decir que hay muchos expertos de mitos egipcios que desacreditan totalmente estas afirmaciones. Entre ellos están Jonathan Z. Smith y el académico de semitismo antiguo del Department of Hebrew and Judaic Studies de la Universidad de Nueva York, Mark S. Smith, quienes declararon como fantasía al llamado “mito de la muerte y resurrección de los dioses”. Este debate de las similitudes entre Jesús y los dioses egipcios lo consideraron como el producto de una comparación carente de crítica, más que un examen atento de la evidencia.
Exegetas de la Biblia señalan que los libros de la Biblia se desarrollaron en un ambiente totalmente distinto, en el cual se produjo la difusión de los mitos antiguos sobre la resurrección. Tryggve Mettinger, ex profesor de Biblia hebrea en la Universidad de Lund, es uno de los académicos que sostiene que Jesús no encaja –en ningún paralelismo– en ese patrón de comparación.
El que afirmó los paralelismos e hizo famosa esta hipótesis es un tal Llogari Pujol, ex sacerdote y teólogo católico que luego de volverse ateo “descubrió” que la Biblia no es verdad sino un plagio. Pero hay estudiosos, incluso de fuentes no cristianas, que lo contradicen totalmente. Sin embargo, fue aprovechado este “descubrimiento” para emprender una de las tantas campañas en contra del cristianismo.
Un mediano conocedor de las Escrituras sabrá que existe un montón de doctrinas que son exclusivamente cristianas y en estas diferencias se puede encontrar toda desvinculación con los supuestos plagios realizados de los mitos o religiones paganas.
Llama la atención cómo estos detractores dudan tanto de la veracidad de la Biblia, por ser un documento muy antiguo y –posiblemente– adulterado con el paso del tiempo. Sin embargo, ninguno de ellos duda de esos jeroglíficos de 3.000 años antes de la Biblia.