En estas fechas de Navidad, es importante entender lo que realmente significa esta festividad. La gente la limita mucho a los festejos, consumismo, fiestas y comidas, pero nosotros los cristianos tenemos que entender lo que realmente significa esto para tomar ocasión y poder predicar el verdadero evangelio.
Siempre el enemigo quiso desvirtuar a Cristo y desviar el enfoque de Cristo del plan de Dios. En Semana Santa cobra predominio el conejo de Pascua; en Navidad, papá Noel, pero nunca Cristo. Realmente, Cristo es el centro de la salvación, de nuestra historia, de nuestra creación.
No podemos perder la oportunidad de decirles con sencillez este mensaje:
Dios hizo al hombre y a la mujer perfectos, pero estos decidieron pecar alevosamente contra Él, diciendo al comer el fruto prohibido: “Quitémosle a Dios de en medio nuestro”. Ese es el origen de todo el caos que vivimos hoy. El dolor, la muerte, las guerras, las enfermedades, todo tiene que ver con aquel hecho.
Pero el Señor, en el mismo capítulo donde ellos cayeron, les dio una esperanza, les dijo que de la mujer saldría alguien que los salvaría y que pisaría la cabeza de la serpiente.
Unos versículos más abajo, en el capítulo 3 del libro de Génesis, encontramos que Dios mató a un animal del campo y, con su piel, tapó la desnudez de Adán y Eva. Esto tiene todo el simbolismo de lo que recordamos en estas fechas.
El hombre hizo hojas de higuera para tapar su desnudez, luego de que comió el fruto prohibido y sintió vergüenza de estar desnudo. La desnudez pasó a ser un símbolo del pecado y Dios los desnuda de vuelta de su vestido de hoja de higuera y los viste con la piel de un animal del campo, un animal inocente que no tenía nada que ver con el pecado de ellos, pero que tuvo que morir, para que con esa piel se tape su desnudez.
Esto significa que es Dios quien nos provee de nuestra salvación. No hay hojas de higuera que podamos tejer, por buenas obras que sean, para tapar nuestro pecado. Es Dios quien provee.
Él mató a un inocente para que con su piel se tape nuestro pecado, y allí ya podemos ver tipificada la muerte de Cristo. Durante miles de años, desde Adán y Eva y desde Abel se han sacrificado animales como un simbolismo y una sombra de lo que ocurriría en un futuro.
Hasta que un hombre llega al Jordán y un profeta dice: “He ahí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, todos los que oyeron pudieron haber entendido de qué se trataba todo aquello. Ese era el cordero, ese era aquel que mató Dios para tapar la desnudez de Adán y Eva. El que sacrificó Abel ofreciendo una ofrenda que agradó a Dios. Y eran todos los corderos que los sacerdotes sacrificaron durante toda la historia.
Él aquí vino, murió y derramó su sangre, y todo aquel que recibe ese sacrificio y recibe en fe, arrepentido de sus pecados, Dios le perdona, Dios le recibe. Pero para ello tenemos que desnudarnos de nuestra autosuficiencia, para poder recibir en fe todo aquello que Él nos da como provisión para nuestra salvación.
Me arrepiento, reconozco que no puedo llegar a Dios sin Él, recibo lo que Él me dio, la fe en Cristo, que fue su provisión por mis pecados, y humildemente depongo mi rebeldía contra Dios y me acerco a Él por el camino de la cruz.
Y la Biblia dice que aquel que en Él creyere no será avergonzado, será salvo.
Acéptale a Cristo como tu salvador, recíbelo, haz lo que te dije y medita en ello. Y si lo haces con sinceridad, el Señor en este mismo instante salvará tu alma de la perdición y te llevará a su presencia.