“La exposición de tu palabra alumbra” (Salmo 119.130). El que conoce la Biblia es una persona que tiene luz o capacidad de distinguir las cosas para tomar la mejor decisión. Jesús dijo en Mateo 7.24: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca”. Y aunque sabemos que se refiere a Cristo, en su contexto se refiere puntualmente a su Palabra: “Cualquiera que oye y hace estas palabras”. Sabemos que Cristo es “la palabra de Dios hecha carne” (Juan 1.1 y 14). Entonces, cualquiera que oye su Palabra es prudente.
El estudio de la Palabra nos hace bienaventurados (Salmo 119.1). 2 Santiago 1.25 dice lo mismo: “Mas el que mira atentamente a la perfecta ley… y persevera en ella… este será bienaventurado en todo lo que haga”.
Aparte de hacernos bienaventurados, nos hace prosperar, es decir, nos da la capacidad de prosperar (crecer, proyectarse, ampliar la visión, entender, poseer herramientas para enfrentar la vida). “Sino que en la ley de Jehová esta su delicia y en ella medita de día y de noche… y todo lo que hace prosperará” (Salmo 1.2, 3).
Aparte de prosperidad, hay una promesa de bendición a los que estudian y meditan en su Palabra Josué 1.8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
El estudio de la Palabra nos hace limpiar nuestros caminos (Salmo 119.9-11).
Y no solo nuestros caminos sino que, literalmente, a nosotros mismos. Jesús dijo en Juan 15.3: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”.
Si conocemos la Palabra, conoceremos la Voluntad de Dios y en conocer esta Voluntad Divina hay una promesa (Juan 15.7).
Si queremos crecer espiritualmente, moralmente, emocionalmente, esto solo se logra con la Palabra de Dios (Hechos 20.32).
El estudio de la Palabra nos afirma, nos aumenta la fe y nos capacita para salvar a otros (Ro 10.13-17).
Jesús dijo en Mateo 4.4 que la Palabra de Dios es alimento: “No solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Al decir esto estaba diciendo, literalmente, que así como necesitamos comer regularmente para no morir físicamente, el verdadero salvo o hijo de Dios necesita la Palabra de Dios diariamente como el pan para vivir. El pan es un alimento básico y universal, representa el alimento básico y elemental de cualquier hombre.
Otro alimento básico con el cual se compara a la Palabra de Dios es la leche (1 Pedro 2.2).
Las últimas palabras de uno de los cristianos más usados por Dios, el apóstol Pablo, se encuentran en 2 Timoteo 4.6-8, 13. Pablo, aun cerca de su muerte, nunca se descuidó del estudio de las Escrituras.
Es importante conocer y vivir la Palabra de Dios porque nos santifica (Juan 17.17) y sin este requisito nadie verá a Dios (Hebreos 12.14).
Hoy en día hay un grave problema mundial con la inmoralidad, la depresión, el suicidio, con respecto a la falta de trascendencia y propósito de la vida. La Biblia también responde preguntas existenciales:¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Por qué estoy aquí?
La Palabra de Dios, junto con el Espíritu, produce luz en nosotros y nos separa de las tinieblas (Génesis 1.1-3).
Y en última instancia, la prueba de nuestra fe es la Biblia y, si queremos defenderla con propiedad,tenemos que conocerla.