¿Por qué miles de millones de personas de todo el mundo, de diferentes credos, razas y nacionalidades adornan sus casas, alumbran sus calles y se saludan y reencuentran en esta época del año? ¿Qué fiesta es esta que hasta en los lugares donde hay guerras, guerrillas y revoluciones se dan una tregua para festejarla? ¿Por qué se gastan miles de millones de dólares en todo el mundo en regalos, adornos, decoraciones, festejos y celebraciones, compras y viajes?, ¿festejando qué cosa? Aún así, creo que realmente pocos saben lo que están festejando.
La Navidad es el nacimiento de Dios en la tierra con un cuerpo humano y limitado. El libro de Colosenses 2.9 (BLS) dice: «Cristo es completamente igual a Dios», esto para cumplir la más grande misión de historia de la humanidad, que es salvar al mundo de sus pecados para que estos no pasen la eternidad en condenación. En el evangelio de Lucas 2.10, 11(BLS) dice: «Pero el ángel les dijo: ‘No tengan miedo. Les traigo una buena noticia que los dejará muy contentos: ¡Su Salvador acaba de nacer en Belén! ¡Es el Mesías, el Señor!'» y en Juan 3.16 (BLS) considerado el corazón de la Biblia, Jesús dijo: «Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna».
Fue una situación «forzada», en el sentido de que no había otra opción. Si no fuera por esta intervención de Dios, el ser humano nunca podría ser salvo, la ruptura sería eterna y definitiva. En Efesios 2.1 nos dice que cada individuo que habita y habitó este planeta estaba y está literal y espiritualmente «muerto» en delitos y pecados. Un muerto no puede hacer nada ni por sí mismo ni por los demás, menos para Dios, por lo tanto no había otra opción, Dios tuvo que intervenir.
Con esto se demuestra que a Dios le costó más salvarnos a nosotros que crear todo el universo. Para crear el universo, habló y ordenó. Para que el hombre sea salvo, tuvo que limitarse a un cuerpo humano, ser humillado, y morir (Filipenses 2.6-8).
El nacimiento de Jesús en la Tierra nunca fue un plan «B», al cual Dios tuvo que recurrir a causa del pecado. Fue un hecho profetizado cientos y miles de años antes que ocurra. No fue un hecho fortuito o impulsivo, fue algo planeado desde antes de la fundación del mundo (Isaías 53.1-11).
¿Por qué Dios tuvo que hacer tremendo sacrificio de venir Él, siendo Dios, a padecer por la humanidad? Hay un pensamiento casi universal de que el hombre será juzgado según lo bueno o lo malo que haya hecho. Si lo bueno supera a lo malo o lo malo que hizo no fue tan malo, o si cumplió con ciertos preceptos o rituales en su vida religiosa, o por pertenecer a un credo y guardar cierta moral y respeto a sus prójimos, este sería salvo, no sería condenado.
Otros piensan que un Dios tan bueno jamás castigaría con una condenación tan dura a su creación.
Otro grupo mayoritario evita pensar en esto porque, o tienen miedo porque les produce incertidumbre o tienen incredulidad ante todo lo que se refiere al «más allá».
Pero la Biblia nos dice claramente cómo es Dios y en qué consiste su Justicia. En el libro de Romanos 3.21-28 y 10.8-10 dice que Jesús vino para salvar al ser humano de su pecado y reconciliarlo con Dios. Que Cristo es la «justicia de Dios» o sea, que el que en él cree es justo delante de Él. Que si «confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor» y que si «creyéremos de corazón que Dios lo levantó de los muertos, seríamos salvos». En el versículo 11 dice que «todo aquel que en él creyere no sería avergonzado» o defraudado.
Ábrele tu corazón y disfruta de su salvación y paz.¡Feliz Navidad!